Allá por mayo del 96 nos juntamos un grupo de personas, capitaneadas por José Mª Chasco, que por aquel entonces estaba estudiando dirección de Coros en San Sebastián-Donostia.
Todavía recuerdo cuando llegué a la farmacia (es farmacéutico aparte de músico) y le dije que quería cantar en el coro, que me apetecía mucho porque estaba recibiendo clases de canto en la Escuela de Música Scherzo. Entonces me dijo: ¿Sabes solfeo? Y yo le dije que sí. Y el encantado.
Así empezó todo. Días más tarde ya estaba yo con mi flauta travesera aprendiéndome las canciones para poder cantárselas a las sopranos (que esa era mi cuerda).
Y hasta hoy.